Algunas de las batallas más duras que tuvo en su vida Fabián Gómez fueron con otros caddies, con los que creció en su país natal, Argentina.
Ganar dinero no era fácil, sobrevivió con 20 dólares por ronda de golf como caddie en Resistencia y además cortaba césped para ganar algo más de dinero. Cortar el césped pagaba mejor, pero fueron esas rondas con los otros caddies lo que le preparó para momentos como el domingo en el Sony Open del PGA Tour este año (que acabó ganando).
“Aprendí a comportarme, a ser paciente y todo eso“, dijo Gómez tras su victoria en el desempate del Sony Open contra Brandt Snedeker. “Realmente aprendí jugando con otros caddies. Ellos salían a jugar por dinero. Tienes que aprender a toda costa, porque tienes que ganar”.
Y con su segunda victoria en Estados Unidos acabó llorando en el green del 18 por dos razones, la primera, el aguante que mostró al ganar y la segunda, el momento que compartió con su caddie Coco Monteros, cuyo padre murió poco antes de la Navidad. Gómez no conocía bien al padre de Montero, pero eso no importaba.
Gómez sumó su segundo título en el PGA, después de que el año pasado se impusiera por cuatro golpes en el St. Jude Classic. Subió al puesto 55 del ranking mundial y sin ningún otro argentino (A parte de Grillo) dentro de los 225 mejores del mundo, es casi seguro que Gómez y Grillo irán a los Juegos Olímpicos de Río en agosto.