os 89 jugadores que componen el field este año en la 80º edición del Masters han recorrido un largo camino hasta llegar a Augusta. Pero ninguno como el Sammy Schmitz. Este amateur de 35 años empezó sus andanzas en el golf por un castigo, después de que el director de un club cercano a su casa en Minnesota le cazara robando bolas para revenderlas, este le ofreció un curso de iniciación y un trabajo lavando carritos para que cambiara de hábitos.
Con el tiempo fue desarrollando las cualidades y la pasión que le faltó al inicio pero, aunque tenía virtudes, no logró que ninguna universidad grande se interesara por él y se buscó la vida en los circuitos menores. Jugó el Hooters Tour, pero no logró el triunfo que catapultara su carrera y decidió aceptar un trabajo como comercial.
Abandonó el golf durante años hasta que en 2011 decidió volver a jugar tras aceptar el reto de su hermano Simon: uno recuperaba la pasión por el golf y el otro dejaba la bebida. El pasado otoño, tras ganar el campeonato estatal de Wisconsin, se presentó al Mid-Am, un torneo nacional para amateurs postuniversitarios cuyo ganador accede directamente al Masters, que ganó al embocar un histórico hoyo en uno en un par 4 de 250 metros.
Y ahí no termina su historia, porque para poder costear su viaje y el de su familia tuvo que recaudar antes 25.000 euros a través de una campaña de crowdfunding, pero al final cumplió el sueño de millones de golfistas en todo el mundo, y de caddie iba su hermano Simon, que cumplía cinco años sin probar el alcohol.
Vía: marca.com