José Mari Olazábal no intervendrá en la siguiente edición del Masters, primer major del año que se celebrará del 7 al 10 de abril en el Augusta National (Georgia, USA). El guipuzcoano ha renunciado a la invitación que cada año recibe de sus rectores como vencedor del torneo en 1994 y 1999, por motivos de salud.
Desde 1985 ha participado en 27 ediciones del Masters finalizando ocho veces en el Top ten, y situándose en trece ocasiones entre los veinte primeros. Y es que el español lleva casi un año sin poder disputar un torneo a nivel competitivo debido a su salud.
“Siento mucho no poder asistir pero mi situación física todavía no es buena. El Masters es muy especial para mí, pisar Magnolia Lane me da una paz interior y una tranquilidad que no siento en ningún otro lugar. Guardo recuerdos maravillosos desde la primera vez que lo jugué en el 85 siendo amateur, no sólo de las dos victorias sino de tantas experiencias que lo hacen único.
“Además de las vueltas de prácticas con Seve, el “Pisha” y los españoles, me marcaron dos momentos junto a Gary Player y Tiger Woods. En el 99, durante la cena de campeones del martes, Player me preguntó qué tal estaba y dije “flojo de juego”; mirándome fijamente respondió: “Tienes que creer en ti”. A continuación, abrió los brazos: “Mira los años que tengo y estoy como una roca. Debes creer en tu juego y todo llegará”. El domingo gané mi segunda Chaqueta Verde.
Esa segunda chaqueta verde ha sido el último major conseguido por un español, es decir, ha pasado ya 16 años sin que un colega de Olazabal o Ballesteros haya conseguido lograr un éxito de esas dimensiones en el mundo del golf, y eso que Sergio García ha estado cerca de lograrlo en más de una ocasión.
“En 2002 jugué el sábado con Tiger y en el 18 cruzamos cuatro palabras: “Ha sido un placer jugar contigo, menuda exhibición”, le dije, y me dio las gracias. “Diseccionó el campo a la perfección y ganó el torneo. Me consta que para él también fue un momento especial, lo ha mencionado en varias ocasiones”.
“He pasado meses muy duros encerrado en casa; ahora me encuentro mejor. Por las mañanas doy un cubo de bolas y pateo unos 45 minutos, entre pitos y flautas entreno unas tres horas. No me planteo metas ni fechas, la analítica se mantiene y es buena señal, lo importante es que remitan los dolores. El proceso es lento y toca ser muy paciente”.
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