Ayer en el partido estelar formado por Spieth y McIlroy se avecinaba un duelo épico, casi comparable a un Pacquiao-Mayweather y también un futuro enfrentamiento para la Ryder Cup de septiembre, pero en vez de un combate en el que se esperaban chispas, bombazos con el drive, tirazos y birdies solo se vio un intercambio de golpes por parte del estadounidense. El marcador acabó 73(+1) para Spieth y 77(+5) para Rory.
Y no es que fuera por la gran armonía que tiene Spieth con este campo, donde juega como si fuera el jardín de su casa, sino que McIlroy no estuvo nada fino, pero cuando decimos nada es nada, ya que no hacía ningún birdie en toda la vuelta, eso es algo que con la inmensa calidad del norirlandés es difícil de creer, tendríamos que remontarnos hasta el PGA Championship de 2011 para ver una tarjeta de Rory sin birdies o lo que es lo mismo 80 rondas seguidas en los majors haciendo por lo menos un birdie.
Ahora Rory tendrá que hacer el domingo todo lo que no hizo ayer y más si quiere completar por fin el grand slam que tantos quebraderos de cabeza de está dando. A falta de 18 hoyos está algo lejos pero no es definitivo, con un total de +2 anda a cinco golpes del líder, además con las duras condiciones a las que se está jugando este año el Masters los birdies cuentan aún más y los bogeys en los partidos de arriba pueden caer fácilmente.